El caso evidencia cómo las mafias han comenzado a feminizarse, delegando roles de control, castigo y captación a mujeres jóvenes que ahora encabezan células operativas, como “Las Babys del Tren”, remanente del Tren de Aragua en Perú.
Las víctimas eran golpeadas con bates y sometidas a descargas eléctricas. Si “se portaban mal” —como no obedecer órdenes o no compartir comida— eran brutalmente sancionadas. “Con ese bate nos daban cuando no cumplíamos las reglas”, revelaron.
Las declaraciones fueron tomadas bajo protección policial. Las agresiones no eran esporádicas, sino una rutina controlada al detalle. Cada golpe tenía un propósito: quebrar la voluntad de las víctimas y mantenerlas bajo un sistema de terror psicológico.
Al llegar al país, las víctimas eran endeudadas con una "multa" de 15 mil soles, impuesta por quienes financiaban su traslado desde Venezuela. Esa deuda se convertía en una cadena invisible: si no pagaban, eran golpeadas o amenazadas de muerte.
Incluso después de haber cancelado esa suma, se les exigía más dinero. Fue ese abuso reincidente el que empujó a las víctimas a denunciar, según confirmó la División de Trata de Personas de la Policía Nacional del Perú.
La operación policial permitió rescatar a dos mujeres y capturar a cinco victimarias. Estas mujeres jóvenes, todas venezolanas, eran las responsables de aplicar castigos, vigilar movimientos y coordinar los cobros del día a día en la red de prostitución.
Alias “Javivi”, peruano con antecedentes por secuestro, fue identificado como el líder absoluto de esta red criminal. Desde la clandestinidad, dictaba órdenes y controlaba cada aspecto de la operación. “Él las traía al Perú y decidía su destino”, declaró el coronel Jean Bergerot.
Su esposa, la venezolana Freidysmar Marsiglia, alias “Mamá”, ejecutaba las instrucciones. Era la figura temida por todas: la que gritaba, ordenaba y validaba los castigos. “Ellas obedecen porque temen. La obedecen diciéndole ‘correcto Maaa’”, reveló un oficial.
La cuñada de “Javivi”, Fabiola Marsiglia, alias “Patricia”, coordinaba los horarios de los servicios sexuales, seleccionaba clientes y se encargaba de cobrar los cupos semanales. También llevaba a las chicas de hotel en hotel y reportaba todo al cabecilla.
“Las Babys del Tren” eran parte del remanente del Tren de Aragua, articulado por “Javivi” en alianza con delincuentes peruanos. Operaban desde un moderno edificio en San Miguel que usaban como centro de reclusión y punto logístico.
Allí la policía halló bates, electroshocks, baterías eléctricas, droga TUSI y réplicas de armas. Parte del material era ocultado dentro de loncheras infantiles, lo que confirmó el nivel de organización y camuflaje de la banda.
Las detenidas, menores de 22 años, mantenían redes sociales activas y subían selfies desde el calabozo, burlándose de la justicia. Muchas habían sido arrestadas previamente, pero continuaban operando.
A las víctimas las obligaban a consumir TUSI, una droga que las dejaba sin voluntad. “Las tusean para que no piensen, para que obedezcan”, explicó un agente. Así las reducían a la mínima expresión humana.
El operativo ejecutado por la División de Trata de Personas desmanteló la célula y puso bajo resguardo a las víctimas. Las investigaciones revelaron una guerra entre bandas por la explotación sexual en Lince: el Tren de Aragua y la One Family se disputan cada esquina.
Este golpe fue parte de una estrategia mayor para recuperar la seguridad en zonas tomadas por redes criminales. El objetivo: cerrar las puertas de este infierno ahora custodiado por mujeres.Durante el 2024, la policía ha identificado 603 víctimas de trata de personas. De ese total, 380 son extranjeras y 223 peruanas. Entre ellas, 51 son menores de edad. El rostro de la esclavitud moderna no discrimina: tiene edad, género ni nacionalidad.
Dos venezolanas fueron torturadas por sus compatriotas en Lima.
Víctimas eran golpeadas con bates, electrocutadas y drogadas.
Les exigían pagar 15 mil soles por su traslado y nuevas sumas para sobrevivir.
Las agresoras formaban parte de “Las Babys del Tren”, remanente del Tren de Aragua.
Alias “Javivi” y su esposa daban las órdenes desde la clandestinidad.
La Policía rescató a las víctimas y detuvo a cinco de sus victimarias.
Hallaron droga, réplicas de armas y dispositivos de tortura en un edificio de San Miguel.
La red operaba entre Lince y San Miguel bajo fachada de servicios sexuales.