Todo comenzó navegando por el Amazonas, el río más caudaloso del mundo. Acompañados por un guía local, descubrimos un espectáculo de vida en movimiento: iguanas, aves exóticas y los emblemáticos delfines grises y rosados, que emergen brevemente como fantasmas entre las aguas oscuras. "Entre extremo a extremo hay 8 kilómetros", explicó Abelardo Flores, guía turístico.

Fuente: Domingo Al Día
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Delfines rosados y otras maravillas del Amazonas

La biodiversidad sorprendió a todos. Los delfines nadaban entre ramas sumergidas, las aves como guacamayos y pericos adornaban el cielo, y un tranquilo oso perezoso colgaba de los árboles. Pero el momento cumbre fue ver al delfín rosado, una especie difícil de avistar y símbolo de la Amazonía.

Estos cetáceos se guían por ecolocalización y navegan con elegancia milenaria. “Parece tallado por el propio cauce del río”, narró el reportero durante una de las paradas para el avistamiento. En cada parada, la sorpresa era constante: desde un ave tumuyo con plumaje amarillo y cara azul hasta el esquivo mono tayra.

Fuente: Domingo Al Día
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Canopy en la selva: adrenalina a 35 metros de altura

La aventura continuó con una experiencia extrema: el canopy park, una red de tirolesas y puentes colgantes ubicada en medio de los árboles más altos del bosque. “Es una hora de mucha adrenalina”, contó Ninoska Moreno, encargada del parque.

Desde los primeros pasos sobre cables hasta el salto tipo tarzán, cada tramo fue un reto. Con el cuerpo temblando y gritos de emoción, los visitantes disfrutaron de esta actividad que ofrece una vista única desde las alturas del Amazonas.

Pacaya Samiria: la selva de los espejos

La expedición culminó en Pacaya Samiria, la segunda reserva nacional más grande del país. Conocida como la selva de los espejos, sus aguas reflejan el cielo y la vegetación como si se tratara de cristales naturales. “El color oscuro del agua se debe al ácido tánico”, explicó Daniel, uno de los guías de la zona.

Fuente: Domingo Al Día
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Esta reserva protege especies como la taricaya, el paiche y el aguaje. Se trabaja en conjunto con comunidades locales para un desarrollo sostenible. “Queremos conservar los recursos sin afectar el ecosistema”, aseguró Aylin Marengo, guardaparque.

Comunidades, fauna y conservación

En comunidades como 20 de Enero, los pobladores aprovechan los recursos de manera responsable: artesanía con semillas, pesca controlada y cosecha sin tala. Las aves carroñeras como el gavilán conviven con especies únicas como el shansho, un ave prehistórica, o el perezoso que parece dormir entre ramas.

Pacaya Samiria no solo ofrece biodiversidad, sino también historia, educación y un modelo de vida en armonía con la naturaleza. Es un tesoro que refleja no solo el cielo, sino el compromiso del Perú con su riqueza natural.

Fuente: Domingo Al Día
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