Su preparación toma horas, pero el resultado lo vale: cada cucharada reconforta el alma y abraza el cuerpo con sabor, historia y tradición.
En San Juan de Miraflores, Félix Gómez, un ayacuchano de corazón, cocina su receta insignia por casi tres horas. “Son lonjas de carne y hueso que se deshacen en la boca”, explica. Su sancochado se sirve con arroz y lleva caldo concentrado de hueso y grasa, verduras y todo el sabor de la sierra.
“Con un buen sancochado del Soperito, chau frío”, dice Félix mientras sirve platos con casi medio kilo de carne.
Los comensales salen felices, algunos piden repetición. La experiencia en su local es potente, abundante y deliciosa.
En el Mercado N°2 de Surquillo, el puesto 636 está a cargo de Walter Quispe, quien cocina desde las 3 de la mañana. Sirve un sancochado consistente que incluye choclo, yuca, col y carne cocida por horas.
“Aquí hay que cocinar con alegría”, comenta Walter entre bailes y cucharones.
Acompaña cada plato con una ronda de salsas: chimichurri, huancaína, ocopa y ají puro. Los domingos llega a preparar hasta 50 porciones para su clientela fiel.
En el puesto 634 del mismo mercado, mamá Juanita, a sus 75 años, continúa sirviendo el plato que ha preparado durante más de tres décadas. Con la ayuda de su hija Priscila Quiñones, mantienen viva la tradición familiar con un toque huancaíno.
“Usamos solo la mejor carne, eso es lo principal”, comenta Priscila.
Servido con papa, yuca, choclo y col, su sancochado se acompaña con crema de rocoto que aporta un toque picante y especial. Cada plato es un reflejo del sabor de casa y la unión entre generaciones.
Edgar Arrelucea, chef de Nijan Restaurant, elabora un sancochado basado en su herencia cajamarquina. Usa carne con punto de grasa, hueso, apio, poro, zanahoria y hierbabuena para crear un caldo robusto y aromático.
“Esta carne se parte sola, te levanta porque te levanta”, asegura el chef con orgullo.
Como toque final, Edgar ofrece un elixir a base de cañazo con hierba luisa que complementa perfectamente este banquete ancestral.
El sancochado es mucho más que un plato: es una tradición dominical, un lazo entre generaciones, y un remedio natural para el frío. Con cuchara y tenedor, este clásico se disfruta a lo grande y con una sonrisa.
En cada rincón de Lima, cocineros apasionados como Félix, Walter, mamá Juanita y Edgar siguen apostando por esta receta milenaria que no falla.
El sancochado es el plato ideal para combatir el frío otoñal en Lima.
Félix Gómez prepara un potente sancochado ayacuchano en El Soperito.
Walter Quispe ofrece porciones generosas con salsas variadas en Surquillo.
Mamá Juanita y su hija Priscila mantienen una tradición de 30 años con toque huancaíno.
Edgar Arrelucea sirve un sancochado cajamarquino en Barranco con cañazo de hierba luisa.
El plato une generaciones y sigue siendo un clásico que reconforta cuerpo y alma.