Los buses fueron arrastrados por la fuerte corriente, mientras que otros conductores intentaron avanzar por las calles inundadas.
Debido a lo ocurrido, las escuelas fueron cerradas y se cancelaron los vuelos. Además, el ejército indio fue desplegado para unirse a los servicios de emergencia y ayudar en las operaciones de rescate.
Las personas tuvieron que ser sacadas de sus casas cargadas o en lanchas. Según la agencia de gestión de catástrofe, unas 470 mil personas lograron ubicarse en refugios temporales, donde permanecerán unos días más, pues las autoridades alertaron que las precipitaciones continuarán hasta el fin de semana.
En tanto, las regiones sureñas de India permanecen bajo alerta, ante el riesgo de crecidas repentinas de los ríos.
Los ciclones son una amenaza habitual en la zona, pero los expertos advierten que estos fenómenos están siendo más potentes y frecuentes a raíz del cambio climático.