Al volver, encontraron la puerta violentada y todo el galpón vacío. Apenas lograron rescatar cuatro cuyes. "Fue como perder a un familiar", dijo Graciela. Lloró hasta el cansancio al ver que no quedaba nada de su esfuerzo.
El robo no solo fue económico. Fue emocional. Los cuyes eran parte de su vida. "Nos levantamos a las 3 o 4 de la mañana a darles chala, luego vamos por el pasto", contaba. “Nunca me había pasado esto”, añadió con tristeza.
El hecho causó indignación. Su historia se difundió y organizaciones como la Dirección Regional de Agricultura y productores de Jauja, Concepción y Chupaca les donaron 136 cuyes. "Gracias por su apoyo. Vamos a seguir luchando", expresó la señora.
La Policía investiga el caso. Hasta ahora no hay detenidos. Mientras tanto, Graciela y su esposo cuidan a los nuevos animales con la misma dedicación. Son su esperanza para empezar de nuevo.
Vecinos y personas de diferentes lugares también se han unido con donaciones. La solidaridad ha sido clave para que esta pareja recupere la fuerza para seguir adelante.
Porque muestra cómo el trabajo de toda una vida puede esfumarse en horas. Porque refleja la realidad de muchos adultos mayores que viven del campo y enfrentan la inseguridad sin protección. Y porque también revela que aún hay personas dispuestas a ayudar.